lunes, 4 de febrero de 2013

Cortina de ducha ¿Por qué se pega al cuerpo?


¡Gran invento el de la mampara! La cortina también está bien, pero tiene esa molesta manía de echarse encima y pegarse al cuerpo.

En cuanto empieza a salir agua caliente de la ducha, la cortina, que hasta ese momento colgaba plana e inmóvil, se comba hacia dentro y se pega al cuerpo.
Y a poco que te muevas se engancha en los brazos, el costado… ¡para quieta ya!

Pero… ¿por qué? ¿por qué hace esto?
La causa es la diferencia de presión a ambos lados de la cortina. El agua caliente, aparte de humedecer el aire del interior, lo calienta, volviéndolo más ligero.
Caliente, el aire asciende, y su posición debe ser ocupada por el aire más frío del otro lado de la cortina. Este aire, al desplazarse, empuja la cortina de plástico, que se mueve hacia el chorro de agua caliente, y hacia el que se esté debajo de él.
Cuanto más caliente sea el agua, más molesta se pondrá la cortina. Aunque también pasa con agua fría, pues basta con la humedad para que el aire sea más ligero.

Esta entrada es una pequeña modificación de la publicada en www.sabercurioso.es el 8 de noviembre de 2012

7 comentarios:

  1. Algo de esto ya lo había leído por alguna parte, como siempre muy interesante.

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  2. Vaya interesante.Nunca se me hubiera ocurrido pensar en que podía ser eso.
    ¿Si pones el chorro de agua solo se atraería igual? seria interesante probarlo (en casa eh)

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  3. Am... la verdad es que interesante es, si señor, pero es que yo para empezar no sabía eso de que la cortina se te pega al cuerpo. Nunca me pasó jaja.

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  4. La verdad es que creo que la mampara es un gran invento, la cortina parece ser muy incómoda.

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  5. La vida es matemática o física o química o biología en todos los casos y todo se demuestra con ellas.
    Creo que las mamparas son más cómodas...

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  6. Ahora no dejare de pensarlo cuando me duche jaja

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  7. Nunca hubiese imaginado que la razón por la que la cortina se dedicase a amargarte la existencia tuviese que ver con la diferencia de presión.
    Siempre pensé que lo único que pretendía era arruinarte el día, haciendo que si, con mucha suerte, te habías levantado con el pie derecho, tras darte una ducha por la mañana, cambiases al pie izquierdo.

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