Desde hace unos años, algo está matando a las abejas.
Cada vez más países y más colmenas se ven afectadas por el síndrome del despoblamiento de la colmena. Las obreras desaparecen. A veces, todas las de una colmena en una sola noche.
“Si las abejas llegaran a desaparecer, a la humanidad no le quedarían más que cuatro años de vida”. Esta frase atribuida a Einstein es seguramente apócrifa. Pero que Einstein no lo dijera realmente no significa que sea mentira, aunque sí un poco exagerado. Lo que sí refleja la frase es la enorme importancia que tienen las abejas para la especie humana. No sólo producen miel y cera, sino que se encargan de polinizar muchos cultivos: melón, calabacín, sandía, pepino, manzana, pera, albaricoque, cereza, ciruela, melocotón, limón, almendra, soja, fresa… Aunque muchas de esas plantas pueden ser polinizadas por otros insectos a pequeña escala, sólo las colmenas de abejas son eficaces en las grandes explotaciones agrícolas. El 84% de las especies cultivadas en Europa son polinizadas por las abejas, y el 76% de la producción de alimentos depende indirectamente de ellas.
Estudios recientes indican que casi todos los enjambres están infectados por un hongo. Sin embargo, no está claro si estas infecciones son la causa del síndrome, o son oportunistas que afectan a las colmenas debilitadas por otros factores. Se han propuesto cuarenta causas posibles: parásitos, virus, ciertas plantas genéticamente modificadas que producen su propio insecticida, y también los insecticidas, fungicidas y herbicidas clásicos. También las prácticas apícolas modernas (cría intensiva, trashumancia de los enjambres, intercambios de reinas, selección de estirpes más productivas en detrimento de su adaptación al medio, alimentación con un solo tipo de néctar o con azúcar o melaza de maíz…) debilitan a las abejas y las hacen enfermar más fácilmente.
Esta entrada es una adaptación de la publicada por elneutrino.blogspot.com el 24 de junio de 2011
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