Leide das Neves Ferreira es, seguramente, la única niña que se ha merendado un bocadillo radiactivo. Fascinada por el polvo azul luminiscente (Cesio 137) que su padre había conseguido, untó además todo su cuerpo con él, delante de su madre. Hoy Leide y sus familiares descansan en ataúdes de plomo, después de armar una zapatiesta monumental en Goiania, una ciudad brasileña.
Era septiembre de 1987. Dos chatarreros entraron en el edificio de una clínica abandonada que se había especializado en el tratamiento del cáncer. Buscaban cualquier cosa de metal para venderla. Como parte del botín se llevaron una de las grandes máquinas de radioterapia que estaba cargada de cloruro de cesio.
El aparato acabó en la casa del padre de Leide y se liaron a martillazos con él. Al poco se desprendió una cápsula de plomo del tamaño de un dedal. Dentro estaba la fuente radiactiva para tratar el cáncer. Al girar el cesio dentro del dedal había un momento en que se alineaba con una pequeña ventanita en éste. Entonces brillaba, lo que les pareció bonito y divertido, pero también, sin que ellos lo supieran, mortal.
Intentaron romper la cápsula pero al principio no lo consiguieron. Entonces se la quedó el padre de Leide y los chatarreros se marcharon (eso les salvó la vida). Al final el padre termino por romper la cápsula y empezaron a jugar con la piedra que había dentro (el cesio). Él se pintó una cruz en la barriga con el polvo brillante, otros se pintaron la cara, Leide se comió su bocadillo con las manos llenas del polvo…
Dos días después empezaron los síntomas. Los chatarreros vomitaban cruelmente. La mayoría de las 600 personas que estuvieron en contacto con el cesio sufrieron quemaduras y se les hincharon las manos y otras partes de su cuerpo.
La tía de Leide se imaginó que la piedra tenía algo que ver. La metió en un saco y cogió un autobús (abarrotado) hasta el hospital municipal. El doctor con el que habló se imaginó lo que había pasado y apartó el saco dejándolo sobre una silla en un patio trasero del hospital. Más tarde se vertería una tonelada de hormigón sobre el conjunto para extraerlo de una sola pieza. La tía murió en el hospital ese mismo día.
En poco tiempo murieron cuatro personas (incluida Leide) por síndrome de envenenamiento agudo por radiación. En menos de cuatro años murieron otras cuatro. La tierra desde la clínica abandonada donde estaba la máquina hasta la casa de Leide fue removida. El recorrido del autobús en el que su tía llevó la piedra fue reproducido y analizado. La tierra, la chabola de Leide y todo el material encontrado están ahora guardados en contenedores de hormigón en un cementerio nuclear que se instaló en Goiania.
Aquí dejaron todo: el cementerio nuclear de Goiania.
Este artículo es una ligera adaptación del publicado en kurioso.es el 10 de agosto de 2010
La que liaron por una piedra. Y encima comer después de jugar con ella. Aunque no supieran que era, tendrían que haber tenido un poco de precaución y el padre de la niña no debería haber dejado que todos la tocasen.
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